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En esta serie de tres artículos Paul Hobcraft explora el valor del conocimiento y la educación para la innovación.


Paul Hobcraft, nos habla de cómo las empresas deben educar a sus empleados para innovar, como esta debe ser mejor entendida, como se puede practicar de diferentes maneras y como se deben crear habientes propicios para llevarla a cabo. Desde nuestro punto de vista, seria muy interesante enseñar innovación como tema en la educación escolar.

Si bien la Academia es un contexto fértil para la creatividad y la innovación, en algunas empresas puede ser agobiante desarrollar nuevas propuestas. En parte porque la estructura de las organizaciones impide que las ideas emergentes sean escuchadas por quienes toman decisiones. 

Por ello pienso, es necesario que las empresas propicien un ambiente donde cualquier miembro pueda aportar mejoras en los procesos para vislumbrar nuevas soluciones. Es importante reconocer las ideas de otros analizándolas y valorando su posible implementación. 

Por ejemplo, que interesante sería un buzón de ideas donde todos los empleados participen. La aportación de distintos actores sería el resumen de las experiencias que podrían ser clave para encontrar soluciones innovadoras a través de la interacción de todos los empleados enfocados en un objetivo común. Además este tipo de acciones facilitarían la creación de un ámbito de inclusión en la empresa que potencie la producción.

Ahora bien, en otro escenario, la innovación es un agente que favorece el crecimiento de las empresas debido a que fortalece su posicionamiento externo ante los usuarios y los mercados.

Por otro lado, existen innovadores que han generando nuevos productos, citando a Steve Jobs, un reportero le preguntó si había hecho estudios de mercado antes de lanzar el iPad, él responde: «Ninguno. No es tarea de los consumidores saber lo que ellos quieren».

Las necesidades del consumidor son una guía, si bien es imprescindible conocer la competencia y el mercado, existen desarrollos creativos e innovadores que se generan centrados en el usuario. El éxito de los innovadores que trascienden se debe a su capacidad de crear servicios y bienes inesperados que satisfacen nuestras necesidades con mejoras a objetos existentes.

Aunque podemos reconocer que muchos nuevos productos aún no se comercializan, es necesario apuntar que los diseños innovadores deben su implementación a personas emprendedoras que identifican y transforman objetos de uso común. El éxito radica en saber proyectar las buenas ideas. Por supuesto existe el riesgo de aventurarse a innovar, pero es una transición necesaria en todas las empresas que persigan destacar y trascender, sobre todo en un mercado que tiende a exigir cada vez más.







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